Reflexiones del 2022

 Reflexiones 2022


Es hora de reflexionar sobre el 2022. Esta es una tradición que comencé hace años en Facebook y que afortunadamente puedo continuar de manera más íntima por este medio. Creo que 2022 fue un año complicado, con altibajos entre la ansiedad, errores, sorpresas y sonrisas.

Quizás, con casi la misma fuerza que el 2021, 2022 fue el año de la ansiedad. Un viaje fue cancelado por completo; y debido a errores de comunicación, abandoné una plataforma social porque pensé que le caía mal al administrador y hablé de temas personales que no debía. Además, muchas veces me congelé al momento de tomar una decisión.

Algunos ataques de pánico vinieron con el cuchillo entre los dientes. Abandoné una clase porque la comparación con una gran colega me recordó a muchos episodios similares a los de mi niñez. También tuve miedo a mil enfermedades crónicas, lo que me llevó a visitar al médico y al dentista más de lo que quizás fuera necesario, aunque ir al dentista dos veces al año no es tan malo.

Perdí muchas amistades y otras ni siquiera nacieron. Mi temor a los celos y obsesiones por mi parte me cerraron la puerta a amistades que seguramente, en algún otro sueño, hubieran sido maravillosas. Además, el entorno polarizado me aportó, con la fuerza de voluntad de algunas personas valiosas que compartieron batallas conmigo durante años.

Este año parece ser el año de los fracasos. Mientras veía a colegas crecer y volar, yo me quedé a ras de suelo, esperando con la flor de la ansiedad. Sin embargo, después de críticas brutales, encontré el hilo de “Nadie es profeta en su propia tierra” y, con la ayuda de personas de la gran comunidad de ética en la inteligencia artificial, se abrieron algunas puertas que jamás imaginé que se pudieran abrir.

Todos caminamos entre espejos de sombras. No sabemos a dónde ir ni cómo llegar, y nos sentimos presionados cuando no vemos hacia abajo cuando estamos en la cima: sobre todo porque toda la vida se nos ha enseñado que el éxito es una montaña que se escala sin jamás encontrarse con bajadas. Pero siempre hay un hilo, una hilacha suelta en la tela que cobija a las almas perdidas, que nos ayuda a encontrar nuestro destino sin que sepamos del todo cuál es. 


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