Luciérnagas y reflejos
Creo que todas las personas buscamos compañía. Al menos eso pienso ahora aunque no lo pensaba en el momento. Porque en ese momento, cuando solía encontrarlo en el parque, pensaba que estaba loco cada vez que asomaba a verlo platicar frente a reflejo con una calma que nunca mostraba. Era un día normal, uno de esos días normalmente soleados en resentimiento. Esa tarde, junto a Ricardo, él llegó a casa con la mirada clavada en el piso. Por un momento pensó en perderse, en desaparecer, pero aventó su mochila a la cama, agarró sus llaves, y montó su bicicleta hacia la glorieta cercana cubierta de árboles de jacaranda a medio florecer y mucha melancolía. Su corazón palpitaba como solamente palpita la vergüenza, como solamente palpitan los sentimientos, como solamente resuenan los recuerdos, como solamente se pierden los anhelos. Nadie sabía por qué él siempre se marchaba a ese lugar cada vez más que se sentía así, cada vez qué pasaba días así, cada vez que quería se arrancar el corazón así, ...